La vacunación contra la covid-19 avanza y son muchas las dudas que van surgiendo. Ya está abierto un gran número de franjas de edad para vacunarse y una de las preguntas más recurrentes es si es posible beber alcohol antes o después de vacunarse. Para muchos, esto puede ser motivo de celebración pero, ¿puede el alcohol interferir en la respuesta inmune?
La alarma saltó cuando Rusia obligó a no mezclar bebidas alcohólicas con Sputnik, ni antes ni después y, por este motivo, mucha gente se pregunta qué pasa con AstraZeneca, Pfizer, Moderna y Janssen. Según advierte la Sociedad Española de Inmunología (SEI) “el consumo de alcoholes destilados y drogas tiene efecto inmunosupresor, con unos mecanismos muy parecidos a los que se producen en situación de depresión o estrés”.
No está demostrado que tomar una o dos copas de manera puntual antes de alguna de las dosis pueda reducir su eficacia. De hecho, algunos estudios incluso apuntan que, a largo plazo, el consumo de cantidades pequeñas de alcohol podría beneficiar al sistema inmunitario al reducir la inflamación.
En este sentido, la directora del Centro de Investigación de Virus de la Universidad de CaliforniaIlhem Messaoudi contaba, en declaraciones para el New York Times que, si realmente eres un bebedor moderado, “no hay riesgo de tomar una copa en el momento de la vacuna”, explicaba, “pero hay que ser muy consciente de lo que significa realmente beber con moderación. Es peligroso beber grandes cantidades de alcohol porque los efectos en todos los sistemas biológicos, incluido el sistema inmunitario, son bastante graves y se producen con bastante rapidez una vez que se sale de esa zona moderada”.
Un consumo excesivo de alcohol, perjudicial para el sistema inmunitario
Por lo contrario, un consumo excesivo podría, según los expertos, suprimir el sistema inmunitario e interferir potencialmente en la respuesta de la vacuna. La International Society of Substances Use Professionals (ISSUP) asegura que el uso crónico de las sustancias alcohólicas puede reducir el número de linfocitos T periféricos y causar la pérdida de linfocitos B periféricos -células que circulan en la sangre y son parte del sistema inmunológico-, por lo que tienen un papel protagonista a la hora de reconocer y neutralizar organismos infecciosos, como virus y bacterias. De esta forma, una persona consumidora habitual de alcohol es más susceptible a contraer una infección como la causada por el SARS-CoV-2, ya que el organismo puede tardar semanas en generar niveles protectores de anticuerpos después de la inyección.
Asimismo, el Instituto Nacional sobre Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAAA) sentencia que esta sustancia afecta prácticamente todos los tejidos del cuerpo. Los datos sugieren que con un solo episodio de consumo excesivo y peligroso de alcohol puede comprometer la función del sistema inmunitario y provocar pancreatitis aguda (inflamación del páncreas) en personas con daño pancreático subyacente.
Y si se consumen otro tipo de sustancias, ¿los efectos son los mismos?
Al igual que pasa con el alcohol, en los ensayos clínicos no se ha especifica nada en relación con el consumo ocasional de drogas. Pero está demostrado que la salud pulmonar de los consumidores de marihuana o tabaco está más dañada y que ambas sustancias son lesivas para la salud, siendo factores de riesgo para padecer formas graves del coronavirus.
Además, el consumo de drogas también tiene efecto inmunosupresor, con unos mecanismos muy parecidos a los que se producen en situación de depresión o estrés, tal como señala en informe de la SEI.
¿Qué se considera consumo perjudicial de alcohol?
El consumo perjudicial se refiere a aquel que conlleva consecuencias tanto para la salud física como para la salud mental de la persona y está definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como consumo regular promedio de más de 40g de alcohol al día en mujeres y de más de 60g al día en hombres. (Cortesía periódico Vanguardia de Barcelona).
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