El 2 de noviembre, un día después de celebrar a nuestra familia en el Cielo, la Iglesia católica invita a rezar por quienes aún se preparan para entrar en él. Este 2 de noviembre recordamos con amor a nuestros familiares y amigos que han partido, y unimos nuestra oración a la de toda la Iglesia por su eterno descanso.
No es un día de tristeza, sino de profunda esperanza y caridad. Creemos que nuestras oraciones, sacrificios y, sobre todo, la Santa Misa ofrecida por ellos, son un acto de amor que les ayuda en su purificación y acelera su encuentro definitivo con Dios.
El mensaje de hoy es un susurro de fe: “El amor es más fuerte que la muerte, y la oración es el abrazo que podemos seguir dándoles.”
Recordarlos es amarlos; orar por ellos es ayudarlos.
Dale, Señor, el descanso eterno. Y brille para ellos la luz perpetua. Que por la misericordia de Dios, las almas de todos los fieles difuntos descansen en paz. Amén.
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