viernes, 20 de septiembre de 2019

UN CAFÉ CON LA COMPAÑÍA ESPÍRITUAL DE MI ESPOSA.

EL domingo primero de septiembre del 2019 por primera vez fuí al Café Espresso Americano de uno centros comerciales de la capital Tegucigalpa, Honduras llamados  Malls (moles) sin la compañía física de mi esposa (porque Dios quien tiene el dominio de nuestras vidas permitió que ella falleciera hace  varias semanas) pero se que ésta gran mujer está de manera espiritual en este lugar saboreando el café.
Todo fue tan rápido que Dios me la llevó durante la media noche de ese lluvioso domingo y luego de evitar ir a este lugar porque me trae muchos recuerdos, por fin este primer domingo de septiembre que regreso al Café extraño su compañía, e intento disimular el vacío pero resulta difícil, ya no tengo la otra fracción de la empresa que formamos que se llama familia y que construimos con mucho sacrificio y amor.
Todo este período del duelo ha sido complicado, pero la última semana del mes de agosto del 2019 fue la  más dura que hasta ahora he experimentado, porque cada situación que recordaba que viví con mi esposa me tumbada, la voz en las conversaciones me temblaba o lo que muchas llaman que se le quiebra la voz, y las lágrimas aparecían con facilidad, pero en segundos me animaba y le oraba a Dios y sigo orando para que me de fuerzas para superar este momento.
Para no contagiar con este episodio emosional a minguno de mis hijos y otras personas con mis lágrimas que derramé en silencio a nadie les informé, porque padezco del defecto de que mis situaciones me las guardo y así ha sido siempre, se que no debería ser así, y si las comparto es cuando pasó ya el evento y en ocasiones cuando es oportuno o con aquellas personas que ya pasaron igual situación, pero si lo hice con el médico que me a tu atiende.
Ese día antes de salir de mi casa lloré desconsoladamente  a solas en el dormitorio al recordar como los domingos salíamos a bebernos un café Espresso Americano en el Cascadas Mall, aún con los ojos un poco húmedos de llorar, escogí el lugar que ella prefería y que de manera única decía riéndose "desde esta silla reviso mis negocios".
Hoy todo es diferente y lo bonito en este domingo fue que las muchachas presentían o me descubrieron que llegaba con tristeza y me recibieron con alegría y hasta una de ellas se ofreció poner el azúcar al café algo nunca había sucedido y la persona que prepara el pan con mantequilla, frijoles y huevo que es el menú que pedí  y hoy me atendió de manera fantástica será que también descubrió en mi cara la trizteza que llevaba.
Pará evitar que me descubrieron que llevaba los ojos rojos de llorar utilicé unos lentes de sol y que el público se enterara de la situación, o que algún conocido me preguntara que había pasado durante la semana. 
Era normal que cuando llegábamos con cónyuge al Café nos  hiciéramos fotos y las enviarámos a mi hija Mayra, quien hace años reside en el Viejo Continente (Europa) y que dejó Honduras por la falta de oportunidades y la polarización que aumenta cada día en todos los niveles.
Todo era alegría y seguirá siendo alegría sin la presencia de mi esposa con algunas limitaciones, lo grandioso es que cuando aún Dios no se la había llevado disfrutamos estos momentos con largas conversaciones.
Ella se sentía tan feliz que en varias ocasiones había que rogarle para que abandonara el lugar, hubo temporadas que aquí resolvimos muchos problemas y gozamos muchas de mis ocurrencias, al dejar éste lugar iniciabamos el recorrido por las diferentes tiendas y por último al supermercado Walmart para aprovechar las ofertas que habían y para comprar los artículos básicos del hogar.
Era común que ella siempre encontraba una oferta en el área de ropa y la compraba y con la excusa de que nunca tenía dinero para ello si tenía para adquirla, y Yo contribuía también colaborando a cumplir sus deseos.
Finalmente la agenda la concluí está primera visita sin ella haciendo un recorrido recordando los mejores momentos que vivimos en éste lugar, y ahora inicio una nueva vida donde Dios será el guía para superar este período con altas y bajas anímicas propias del duelo. 

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