Este hombre intenta lo que muchos consideran imposible: tender puentes entre las fuerzas políticas antagónicas del país. No es un líder de partido ni un empresario influyente, sino un humilde fraile franciscano sin parroquia, pero con una gran credibilidad entre la feligresía del occidente.
En un contexto de creciente polarización, su misión parece tan utópica como intentar reconciliar a sunitas y chiítas, a palestinos con israelíes o a rusos con ucranianos. Aun así, como un Quijote de nuestros tiempos, decidió emprender una caminata de 346 kilómetros desde Santa Bárbara hasta la capital sin pausas, solo para dormir, ni mucho menos aceptar, aclara, ni un centímetro de ‘jalón’ en carro. Su objetivo era claro: reunirse con todos los candidatos presidenciales y líderes del país para llamar al diálogo y evitar una nueva ruptura democrática. Y lo logró, salvo con uno, que se encontraba fuera de la ciudad durante su estancia. Tras cumplir su propósito, abandonó la capital con la esperanza de que sus palabras calen en quienes hoy disputan el poder, dejando atrás un mensaje contundente: La paz y la reconciliación. Su nombre es Leopoldo Serrano y en esta entrevista se confiesa y comparte más sobre su motivación y su visión para el país.
Querer conciliar a los líderes políticos a estas alturas del partido, ¿no es meterse entre las patas del caballo, como dicen?
Esa pregunta te la contesto con un ja, ja, ja. Y ni yo lo entiendo, hermano, por qué estoy haciendo esto.
Es una idea quijotesca, ¿sabe?
Posiblemente, porque soy una persona arriesgada. Una vez que recibí un taller de autoestima me hicieron una pregunta: ¿Cómo definiría su vida en una palabra? Entonces yo dije, arriesgado. Exactamente arriesgado, te lo digo.
¿No cree que se expone demasiado?
Me expongo, porque, la verdad, no es fácil, por ejemplo, si hoy hay reunión de diputados, voy al Congreso, de todo, es lo más difícil porque ahí en visto peleas, golpes, insultos, me expongo, claro que sí, pero llevo a un muchacho (señala a su único compañero de viaje) que me va a defender.
No creo que lo defienda, lo veo muy flaco.
Ja, ja, ja, pero la verdad, el amor a Honduras es el que me ha motivado, me dolería, nuevamente, que haya golpe de Estado; me dolería que tuviéramos una dictadura de cualquiera, derecha o izquierda, me dolería; yo no quiero tener un El Salvador, porque es dictadura de derecha, ni quiero tener una Nicaragua, que es de izquierda. Las dictaduras, de cualquier lado, no son buenas.
Usted que platica a diario con los hondureños, ¿qué anhelan en este momento?
La gente quiere que haya elecciones sin reelección y sobre todo sin robárselas, porque eso fue lo que me motivó, me duele que a una viejita que votó por una persona le quiten el voto o que se lo pongan a otro porque yo ya he escuchado casos así, es por eso que me movió, caminar, sacrificarme, porque amo a Honduras.
¿Cómo se percibe en tierra adentro estos pleitos políticos?
Lo digo con sinceridad: Vieras qué feo se mira y se oye, desde el occidente, las peleas que habían en el CNE, en el Congreso, las peleas en cada discurso político, qué feo se mira eso, no le podemos heredar eso a nuestros niños, entonces, por eso, yo dije voy a sacrificar mi vida para hacer un alto.
¿No le parece que es como querer juntar chiítas y sunitas, palestinos con israelíes o rusos y ucranianos?
No es tanto juntarlos, es que caminen cada quien por su lado, sin golpearse, porque cada partido tiene su ideología y esa tiene que ser respetada y mantenerla cada partido, entonces, mi intención es que ellos se respeten, esa es la intención mía, el respeto.
¿Cómo lo recibieron?
Muy receptivos y han aceptado mis consejos.
Usted es psicólogo, todos los días escucha a la gente y los conoce por su mirada y sus gestos ¿les vio sinceridad?
Sí, porque yo soy sincero, entonces, si yo no fuera sincero, yo diría que no les creo, pero los vi muy sinceros.
Qué le dijo Salvador Nasralla?
Increíble, vino anoche (al hotel donde se hospedaba), bien receptivo, bien obediente, me prometió y me dijo voy a hacer lo que usted me dice, para que él me diga eso, ustedes que lo conocen mejor, es increíble.
¿A Rixi cómo la sintió?
La sentí que es ella, así como es ella, claro, ella está muy herida y tiene su razón, porque la otra parte tiene que pedir perdón, mientras no pidan perdón la otra parte, ellos van a continuar.
¿Cuál parte debe pedir perdón?
Los golpistas, los que dieron el golpe, porque en Honduras hubo un grupo que dio el golpe, no solo fue una persona, fue un grupo de poder.
¿Y el abrazo de los tres consejeros de CNE fue de Judas?
No, no, no, para mí fue sincero, primeramente, me contaron en lo que han fallado, ellos se prepararon antes de hacer eso y saben que lo hicieron honestamente, ellos saben, porque después compartimos, juntos, y ahí hablaron.(Cortesía del diario La Tribuna).
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