CUANDO TU OLOR DESAPARECE, TU PERRO SABE QUE ESTÁS POR VOLVER: EL VÍNCULO INVISIBLE QUE LO HACE ESPERARTE CADA DÍA EN LA PUERTA.
Sales de casa, cierras la puerta y no miras atrás. Pero él sí. Se queda quieto al principio, atento a cada sonido, a cada sombra que se mueve detrás de la ventana. No entiende la hora, no lee el reloj, no distingue entre “pronto” y “tarde”. Lo único que tiene es tu olor. Y mientras ese olor sigue presente en el ambiente, para él, sigues ahí. Por eso te espera. Por eso no se mueve. Por eso aguanta. Pero cuando tu aroma comienza a desvanecerse del aire, su cuerpo lo sabe. Y aunque no lo veas, algo dentro de él empieza a prepararse… porque intuye que estás por volver.
El sentido del olfato de los perros es miles de veces más potente que el nuestro. Donde tú solo percibes un perfume débil o un rastro imperceptible, ellos pueden oler emociones, cambios hormonales, enfermedades e incluso el paso del tiempo. Cada persona tiene un olor único, y para un perro, ese olor es identidad, seguridad y pertenencia. Es su forma de saber que formas parte de su manada. Y cuando sales, el aire sigue impregnado de ti. Pero poco a poco, molécula por molécula, tu presencia olfativa comienza a disiparse. Y él lo percibe.
Varios estudios han demostrado que algunos perros son capaces de asociar la intensidad del olor con el paso del tiempo. No es que “sepan la hora”, pero han aprendido que, cuando tu olor baja a cierto nivel, tú sueles aparecer. Por eso algunos perros se levantan justo antes de que llegues, corren a la puerta sin razón aparente o se inquietan justo a la misma hora todos los días. No es magia. Es memoria química. Es vínculo sensorial. Es amor convertido en espera.
Y esa espera no siempre es fácil. Para muchos perros, quedarse solos no es simplemente “estar sin ti”. Es una ausencia que pesa, que inquieta, que desordena. Pero hay algo en esa capacidad de percibirte incluso cuando no estás, que los calma. Como si tu olor fuera una promesa invisible de que vas a volver.
Por eso, la próxima vez que lo veas corriendo hacia ti como si no te hubiera visto en años, aunque solo hayan pasado minutos… recuerda que no estaba midiendo el tiempo con la mente.
Lo estaba sintiendo con el alma.
Y si cada día te espera justo cuando estás por regresar, tal vez no sea porque te escucha…
sino porque nunca dejó de oler tu presencia,
y sabía, desde lo más profundo de su instinto,
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