lunes, 27 de noviembre de 2023

FAUSTO MILLA, UN SACERDOTE DEL PUEBLO HA MUERTO.


El padre Fausto Milla, fue un hombre nacido en el seno de una familia humilde, allá en el entresijo de las montañas y valles del occidente hondureño. Nacido nada menos que en un pueblecito llamado Guarita, en Lempira, que se encuentra inserto en la mitad de una montaña, rodeada de pinos y robles, los cerros que rodean este pueblo son sumamente escarpados. Es en realidad un lugar casi olvidado de la civilidad de los tiempos modernos.

Guarita tiene aproximadamente unos ochocientos metros sobre el nivel del mar, es por ello que sus tierras son aptas para la siembra del café, y como es común en todo Honduras, la siembra del frijol y el maíz, son los productos agrícolas pertinentes de este municipio.

Aquí nació el Padre Fausto Milla un 29 de octubre de 1927, procedente de una familia española, en medio de las comunidades lencas occidentales. En Guarita estudió el ciclo primario de educación, luego pasó a El Salvador a estudiar el nivel secundario en la ciudad de Santa Tecla. Acá se vinculó a la congregación católica de María. Más delante viajó a Colombia donde finaliza sus estudios secundarios.

Regresó a Colombia hacia el año de 1950 y comenzó un periplo de viajes. En Guatemala vivió diez años y fue a Roma para la inauguración del Concilio del Vaticano en 1962. En el año de 1963 viajó a Colombia en donde el Papa Pablo VI lo ordenó sacerdote junto a 200 latinoamericanos más.

Al regresar a Honduras, el Obispo de Copán lo envió a las parroquias de Ocotepeque y parte de Lempira. Después fue nombrado párroco de Guarita. En 1970 pasa a ser cura de Corquín, iglesia en la cual realizará una labor social muy importante.

El padre Milla se dedicó al estudio de la naturaleza   vegetal mesoamericana y se convirtió en un médico naturista que curó casos emblemáticos y poseía toda una teoría y visión del mundo natural botánico y el mundo civilatorio con sus comidas rápidas y sus químicas cancerígenas.

Al mismo tiempo el Padre Fausto Milla orientó a sus parroquianos a organizarse para defender sus derechos sociales y humanos. En 1980, los ejércitos honduro-salvadoreños produjeron la masacre de 600 personas en el Río Sumpul, mismas que huían de la persecución en San Jacinto y La Arada; aquella matanza terminó a las cuatro de la tarde. Al siguiente día campesinos hondureños llegaron al sitio del asesinato colectivo y rescataron a los sobrevivientes.

El Padre Fausto Milla, desde su iglesia de Corquín denunció, el día 24 de mayo, la masacre del Río Sumpul, ante lo cual el gobierno hondureño presidido por   Policarpo Paz García ordenó no publicar la denuncia.

Así empezó la persecución de los órganos de inteligencia en contra del Padre Milla, recordemos que la década de los años ochenta estaban transidos de desaparecidos y de asesinatos de la izquierda nacional, a tal grado que fue cateada la Casa Cural y los templos de Belén Gualcho y Sensenti.

Por otro lado, en este tiempo recibió amenazas de muerte. En 1981, a su regreso de su asistencia al “Tribunal permanente de los pueblos” realizado en México, fue secuestrado por escuadrones de la muerte (organización criminal de las Fuerzas Armadas) que lo mantuvieron desaparecido seis días. Fueron las denuncias internacionales las que contribuyeron a su liberación.

Entre tanto, en las calles de Corquín se manifestaron cuatro mil personas. En noviembre de 1982 lo volvieron a perseguir para matarlo, pero escapó a la trampa tendida y logró esconderse y permanecer clandestino un buen tiempo. 

Volvió a trabajar en la medicina natural entre lencas y chortí a través del “Instituto Ecuménico de Servicios a la Comunidad”, en este tiempo luchó con la comunidad en contra de la construcción de la represa “EL TIGRE”.

Entonces partió exiliado a México en 1986. Durante este tiempo siguió su labor social cristina y su práctica de gran impacto y reconocimiento internacional.

Finalmente, el viernes 24 de noviembre, el señor creador de la tierra, el cielo y el mar, lo recogió en su seno a los noventa y seis años de edad, reconocido por propios y extraños   por su valentía, sacerdocio social, humanismo militante y por su conocimiento científico de la botánica nacional con la cual curó enfermos a lo largo y ancho de Honduras.

Descanse en Paz Fausto Milla, símbolo permanente de un cristiano amoroso, solidario y justo entregado a la causa de Dios. 

(Cortesía del diario de Honduras PODER Popular). 

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