Ese primer billete de avión qué recibimos en mayo del 2016 de parte de nuestra hija fue emocionante, contamos los días para abordar el avión. No estaba en mis planes ir a conocer Europa, porque hasta hoy no exijo a mis hijos cosas. Siempre trabajé para sostenerme, y pensaba el día en que ya trabajara como haría para vivir.
En el segundo viaje al primer mundo todo fue diferente y en el regreso ocurrió algo inesperado.
A finales del mes de febrero del año 2019 en el segundo viaje, regresé a Honduras junto a mi esposa y lo recuerdo como nos abrazamos con mi hija al momento de despedirnos lloramos y mientras nos alejabamos la veía por los cristales del inmenso aeropuerto Barajas de Madrid como mi hija se secaba las lágrimas.
Es difícil como padres despedirse de sus hijos.
La situación en que regresaba no fue lo mejor porque sufrí de ataques de ansiedad semanas antes de regresar a Tegucigalpa, Honduras y, las muchas horas en el avión fueron lo peor que experimente.
Cuatro meses después ocurrió lo que jamás imaginé, lo que la mayoría piensa y cree que nunca llegará. En una noche de un domingo de lluvia muere mi esposa en la sala de un desabastecido hospital de la ciudad de Yoro, Honduras.
En ese momento mi corazón comenzó a acelerarse mientras miraba y caminaba de un lugar a otro confundido, buscando explicación de lo que ocurrió en la sala de emergencia de éste hispital.
Desde ese día todo cambio en mi vida. (CONTINUARÁ).
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