EL VICTORIA QUE SE NOS VA.
Por JUAN PABLO ORELLANA
Entre el día a día de los afanes,
Entre el júbilo de cada año nuevo que festejamos,
Al son de cada noche de descanso que esperamos,
Llega el estrago del tiempo que no pensamos.
El mañana que esperábamos
Es el ahora que nos borra el pasado;
La electricidad que soñábamos,
La sombra que opaco aquellos juegos y charlas bajo la luna.
Los dólares con su frenesí nos llevaron,
Aquellas viejas casonas que todos conocíamos,
Con monturas, silos, hornos, gallineros y la silla de la abuela;
Su cocina humeante, y una taza de café al visitante.
Se nos pierden limpias tradiciones religiosas,
Que fomentaban la convivencia y alimentaban el espíritu.
Se nos pierde la educación y cortesía de los mayores,
Que anticuado le es erradamente a los menores.
Se está yendo el saludo sacrosanto a los padrinos,
El compartir de las comadres y la hermandad de los compadres;
Se irán las pintorescas carretas de bueyes,
Y aquellos bailes no mancillados por la lujuria.
Se nos muere silencioso ¡el orgullo de Victoria ¡
cuales corrientes nos han acogido a todos,
donde “la piedrona” es cada día más piedrona,
Y donde los venados no volvieron por agua jamás.
Se va también la paz que acampo aquí décadas,
que permitía trasnochar el maíz en labranza,
pernoctar noches calurosas a ventana abierta
donde el temor era “la sucia “y no el delincuente.
Se nos van personas que recordaremos siempre,
Voces que se apagaron para resonar en nuestra memoria,
Cuerpos que ya descansan en los espacios del “otro Victoria”,
Risas que se esfumaron hacia la eternidad.
Almas que nos esperan para empezar de nuevo.
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