Mi corazón está destrozado porque le dió a mi vida un propósito y convertimos el hogar en un nido de amor disfrutando los momentos. Me hizo un mejor hombre que siempre quice ser. Me enseñó en más de 30 años de convivencia que lo material no era lo más importante.
Sonrreímos juntos, discutíamos acaloradamente por cosas insignificantes y aprendimos con el tiempo a reconciliarnos en minutos como cuanto estábamos en la entrada principal del estadio el Parque de Los Príncipes en París, Francia que me molesté porque en segundos la cámara no funcionó y en el vídeo se escucha cuando dijo "ya se tranquilizó" y cosas como estas nos llevó a amarnos más. Estuve tan pendiente que de ella sin que se diera cuenta que en muchas veces dejé de beber mis medicamentos por comprar los que ella bebía para sus enfermedades.
Y juntos intentamos ser la mejor pareja, armamos charlas interminables, nos aconsejamos, convertimos un lunes en el mejor viernes, sábado y domingo. Vivimos los sabores y sin sabores para formar una familia que nos dió los frutos que nos propusimos. Me es difícil la vida sin ella.
Aún no tengo valor de preguntarle a las dos personas que estuvieron con ella los últimos minutos de vida - Dilcia Cruz y su hermano Armando cuando se me iva de este mundo terrenal, mientras Yo era un loco caminando de un lado a otro en las clínicas del hospital Manuel de Jesús Subirana de la ciudad de Yoro Honduras con su bolsón de sus medicinas y el mío, hablando por teléfono con mi hijo mayor.
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