"Va donar sus órganos" me preguntó una joven del Registro Nacional de Las Personas de Honduras (RNP) que me entrevistó sobre datos para tener la nueva identidad y de inmediato respondí que "sí", los que esperaban ser atendidos me quedaron viendo con asombro y una señora dirigiéndose a la que tenía a la par indicó "ni quiera Dios que a mi me destasen".
Es parte de la serie de preguntas que me hicieron el 20 de octubre del 2020 en la Colonia Calpules situada al sur de Tegucigalpa, y que un grupo empleados hacen su trabajo para que los hondureños tengan una nueva identificación y ejercer el sufragio en los próximos comicios electorales.
En un país donde las autoridades invierten más en las Fuerzas Armadas que en educación, por ello me atrevo indicar que el porcentaje favorable será bajísimo en relación a la donación de órganos. En otras culturas es normal que una persona al morir deje como una de su voluntad doñar el corazón, pulmones, páncreas, hígado, extremidades superiores e inferiores, tejidos y otras partes del cuerpo.
Un corazón ubicado en la parte superior izquierda de la nueva tarjeta de Identidad será la voluntad del hondureño de doñar órganos a quien les necesite para seguir viviendo.
El trato que observé de los servidores públicos de esta oficina (RNP), es digno de imitar por otros trabajadores del Estado que se incomodan a menudo cuando la población realiza algún trámite.
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