En una conversación con EL PAÍS en 2015, el candidato a
la vicepresidencia recordó el efecto transformador del año que pasó enseñando
con jesuitas en Centroamérica
Guardar
Cleveland 23 JUL 2016 - 22:25
Cuando llegó a
Honduras en 1980, Tim Kaine tenía 22 años y era un estudiante que nunca había
salido de Estados Unidos, un muchacho de la gélida Minnesota, criado en Misuri,
que por primera vez descubría el Tercer Mundo. Los nueve meses que pasó en El Progreso, el pueblo donde ejerció de maestro de escuela con misioneros jesuitas, le
transformaron.
Hoy Kaine, uno de
los senadores más influyentes en Washington, es el candidato del Partido
Demócrata a la vicepresidencia, primero en línea de sucesión de la aspirante a
comandante en jefe, Hillary Clinton. Clinton anunció el nombramiento el viernes. Y, aunque sus antepasados no sean latinoamericanos, es uno de
los políticos más latinos en Washington, capaz de empatizar como pocos con la
minoría más pujante de EE UU.
Gran parte de los 54 millones de hispanos temen que el
republicano Donald Trump llegue a la Casa Blanca. Trump ha hecho de la
criminalización de los inmigrantes indocumentados uno de los argumentos centrales de su
campaña.
Kaine, blanco como Trump, es el anti-Trump. En junio de
2013, el candidato a la vicepresidencia rompió esquemas al leer un discurso en
el Senado en español. Según los registros parlamentarios era la primera vez que
un senador hablaba en la lengua de millones de latinos. Su español es fluido.
“Pienso cada día en mi tiempo en Honduras”, dijo Kaine en
una conversación telefónica con EL PAÍS en abril de 2015 Kaine. Antes que
senador, fue gobernador de Virginia y presidente del Comité Nacional Demócrata.
“Cada día pienso en las lecciones de mis amigos de allí”, añadió. “Fue una de
las dos o tres decisiones más importantes de mi vida”.
En Honduras Kaine conoció a Jarrell Patrick, un sacerdote
estadounidense conocido como el padre Patricio. El padre Patricio le llevaba de
pueblo en pueblo, donde celebraba misas en altares improvisados, según explicó The Washington Post en
un artículo que dedicó en 2005 a Kaine cuando se presentaba a gobernador de
Virginia. Una vez, después de visitar a una familia con cuatro hijos que
presentaban signos de malnutrición, y cuando estaban despidiéndose, el padre de
la familia les dio una bolsa con comida. El padre Patricio aceptó el regalo.
Kaine no entendió por qué Patricio aceptaba comida de una familia que tenía
dificultades alimentar a sus hijos. “Tim”, le dijo Patricio, “realmente hay que
ser humilde para aceptar un regalo con comida de una familia tan pobre”. No ha
olvidado la lección.
“Para mí fue un desafío entender que la gente podía vivir
en esta pobreza”, dijo en la citada conversación. “Mi fe ya era católica antes,
aunque muchas veces no iba a la misa en domingo. La fe de la gente allá, en
medio de una situación social muy difícil, fue una gran lección para mí”.
A Kaine se le ha definido como un católico de Francisco.
Conecta con las ideas de justicia social y compasión con los inmigrantes del
papa Bergoglio. Francisco chocó con Trump
después de criticar su propuesta de construir un muro entre México y Estados
Unidos.
No es insólito que un político estadounidense hable
abiertamente de su religión, como hace el devoto Kaine. Los límites entre lo
público y lo privado, en este ámbito, son más tenues que en otros países.
Tampoco es insólito que un político de centroizquierda como Kaine sea
religioso. Lo atípico aquí es ver a un político abiertamente agnóstico o ateo.
Hasta hace unas décadas, el voto católico en EE UU fue demócrata: los católicos
eran los inmigrantes de clase trabajadora de origen italiano, polaco o
irlandés.
Ahora el voto católico, que cada vez es más latino, está
repartido. Entre los latinos católicos, el 77% apoya a Clinton en las
elecciones presidenciales de noviembre, y el 16% a Trump. Entre los católicos
no latinos, el 50% apoya a Trump y el 46% a Clinton, según datos del Pew Research Center. El
actual vicepresidente, Joe Biden, también es católico. Sólo un presidente, John
F. Kennedy, ha pertenecido a esta confesión. ¿Será Kaine el segundo presidente
católico? Dicen que todo senador, cuando se mira al espejo, ve a un presidente.
En el Senado, donde representa a Virginia desde enero de
2013,Kaine ha destacado por su talante dialogante. Algunos republicanos han
elogiado su nombramiento para la vicepresidencia. Entre otras iniciativas, ha
tenido un papel destacado en la negociación del acuerdo nuclear con Irán y en
los intentos de reforma migratoria. Definido como centrista, atesora una
genuina trayectoria progresista en cuestiones como la inmigración, los derechos
de las minorías y la pena de muerte, aunque, cuando era gobernador de Virginia,
el Estado ejecutó 11 personas.
El nombre de Kaine ya sonó en 2008 como candidato a la
vicepresidencia con Barack Obama. Y llevaba tiempo circulando como posible
compañero de ticket
electoral de Hillary Clinton.
“Estoy seguro de que estaré con Hillary Clinton el día de
la inauguración [presidencial]”, dijo en la entrevista de 2015. “Pero ese día
me sentaré con los senadores”. Si el ticket
demócrata gana, el vaticinio se incumplirá. (Tomado de El Pais de España).
No hay comentarios:
Publicar un comentario