En Honduras, hasta el 78 por ciento de las tierras utilizadas para la agricultura están en laderas. Debido a los períodos de sequía y la escasez estacional de agua, el aprovisionamiento seguro de agua y la erosión del suelo son los principales problemas a los que se enfrenta la región. Estos problemas se ven agravados por la variabilidad y el cambio climáticos. Durante generaciones, esto ha tenido un impacto directo en los medios de vida, la producción alimentaria y el medioambiente de la zona.
Cuando se desarrolló el sistema en Lempira, departamento en el suroeste de Honduras, la mayoría de los agricultores de la región usaban el método tradicional de corta y quema, talando una parte del bosque con la roza y quemando los desechos. La parcela se cultivaba entre uno y tres años, hasta que descendían los rendimientos por la disminución de la humedad y la fertilidad. Entonces los campesinos tenían que trasladarse a otra parcela para talar, quemar y plantar de nuevo.
Este tipo de agricultura no era adecuado para una región donde la mayoría de los campos están situados en laderas y donde los suelos son frágiles y ácidos. Estas prácticas no sostenibles estaban afectando cada vez más a los recursos y la seguridad alimentaria de la región.
Para abordar estas cuestiones, hace casi veinte años, la FAO y los pequeños productores locales desarrollaron el sistema de cultivo agroforestal Quesungual, que se adapta a las condiciones biofísicas y socioeconómicas de la región.
Ejemplo de cómo la gestión sostenible del suelo puede dar resultados.
En Centroamérica el sistema se utiliza para cultivar maíz, frijoles y sorgo (un cereal cultivado en muchas áreas de la región), además de hortalizas y soja.
Los agricultores limpian ahora la vegetación a mano. Los árboles, que antes se cortaban y quemaban, se conservan como valiosa fuente de fruta, leña y madera para muebles, además de proporcionar un microambiente fresco para sus cultivos.
Una parcela típica de entre una y tres hectáreas cuenta con 20 grandes árboles maderables y frutales y cientos de árboles pequeños y arbustos. Estos se podan regularmente para dejar entrar la luz y permitir un período de recuperación para impulsar el crecimiento. Esto significa que se puede cultivar durante todo el año en la misma parcela, sin la necesidad de trasladarse constantemente.
Al mejorar la calidad y la gestión del suelo, el sistema Quesungual ha aumentado la producción, la resiliencia y la sostenibilidad en la región. Los rendimientos se han casi duplicado; se requiere menos mano de obra para limpiar y mantener las parcelas; el suelo retiene mejor la humedad –el nivel de humedad ha aumentado hasta un 20 por ciento–, lo que permite a los cultivos resistir la sequía recurrente que aflige a la zona y reducir al mínimo el riesgo de erosión y deslizamientos de tierra.
Este sistema de bajo coste también ha hecho descender las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentado la retención de carbono.
En última instancia, este proyecto ha cambiado la vida de las personas. Los agricultores obtienen más por menos y además ahora comen mejor, con alimentos más nutritivos. La gestión sostenible de la tierra ha dado resultados en Honduras.
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