Al llegar sentí una sensación extraña como escuchar su voz de reclamo del porqué no había ido a vicitarle, como por arte de magia vinieron los mejores momentos vividos, no pude evitar las lagrimas y con voz suave pedí perdón por no haber ido antes y muchas situaciones que enfrentamos.
Ella estuvo en los peores momentos, conoció mi peor carácter, conoció todas mis facetas más difíciles, conoció mis malos tratos, cuando enfermé allí estuvo ella, estuvo en los instantes qué no tenía dinero.
Por esto y mucho más valoré a mi esposa, no es que no existía comunicación fue mi manera de ser para no causar molestias, por ejemplo compré sus medicamentos mientras Yo me quede sin ellos y ella no se enteró. Como cuando fui a empeñar varias veces mi reloj a Crédito Prendario Popular situado en el barrio La Granja, Comayaguela, Honduras, para suplir necesidades y nunca lo supo. Y tantas cosas ocurrieron por corresponder por todo lo que logré gracias a su apoyo.
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