San José.— Al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, le arde una braza de la “narcopolítica” con careta capitalista en Honduras y con rostro socialista en Venezuela.
Al cumplir hoy 78 días en el cargo, Biden se topa a un dilema simultáneo: si Washington actuó con dureza por el presunto nexo de su enemigo ideológico, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, con el contrabando de drogas, la duda es si reaccionará con idéntica severidad por el supuesto lazo de su amigo político, el gobernante hondureño, Juan Orlando Hernández, con el narco.
Biden “mira” a Hernández como “aliado incómodo”, adujo el economista hondureño Hugo Noé, ex embajador de su país en EU y la Organización de Naciones Unidas, exasesor del Banco Mundial, expresidente del Banco Central de Honduras y catedrático universitario.
“Hay una directriz de no tomarse fotografías” con Hernández, explicó Pino a EL UNIVERSAL, tras recordar que la Encargada de Negocios de EU en Tegucigalpa, Colleen Hoey, “después de un inicio muy activo de participación en actos públicos junto al presidente, ha prácticamente desaparecido del mapa diplomático”.
“Esto constituye un fuerte enfriamiento de las relaciones con Hernández. Lo que no está en la visión de la diplomacia de EU es que Hernández hará todo lo que tenga que hacer para tratar de protegerse a sí mismo y cada día que permanece en la presidencia es un peligro para el país en general”, advirtió.
“Es bastante claro que existe una política diferenciada [de EU] hacia los países que no son tradicionalmente sus aliados y con los cuales tiene alguna disputa, como Venezuela, lo que contrasta fuertemente con la actitud a Honduras en donde hay pruebas irrefutables de un tema tan delicado para la sociedad de EU como es el tráfico de drogas”, lamentó.
Sin confirmación de EU, Pino previó que Biden mantendrá la frialdad y dejará que el tiempo transcurra, sin acercarse a Hernández, hasta que en noviembre próximo haya elecciones presidenciales y en enero de 2022 cambie el gobierno.
CONSENTIR
Hernández se reeligió en noviembre de 2017 en comicios cuestionados como ilegítimos, pero el entonces presidente de EU, Donald Trump, eludió aplicarle la misma fórmula de rigor democrático que usó en Venezuela.
Informado del supuesto lazo del mandatario derechista hondureño con el narcotráfico internacional por la vía del Cártel de Sinaloa, México, Trump le reconoció como Jefe de Estado.
Trump actuó distinto con Maduro, autodenominado socialista, reelecto en mayo de 2018 en una votación que Washington tildó de ilegal y cuyos sobrinos— Efraín Antonio Campo Flores y Francisco Flores de Freitas— fueron detenidos en 2015 y condenados en 2017 en una corte de Nueva York a 18 años de cárcel por narcotráfico.
Trump desconoció a Maduro como presidente a partir de enero de 2019. Maduro argumentó que hay una conspiración de Washington en su contra, defendió a sus sobrinos como víctimas de la conjura y rechazó la acusación de EU, que en marzo de 2020 ofreció 15 millones de dólares de recompensa por su captura por narcotráfico.
La situación se agravó con celeridad para Hernández luego de que, el 30 de marzo anterior, una corte de Nueva York condenó a su hermano, Antonio Tony Hernández, a cadena perpetua y 30 años más de prisión por narcotráfico.
Los juicios a Tony y a otros 29 hondureños—políticos, policías y jefes mafiosos de Honduras— efectuados desde 2017 en Nueva York destaparon denuncias de que Hernández supuestamente recibió un millón de dólares en 2013 del ahora encarcelado narcotraficante mexicano Joaquín El Chapo Guzmán para financiar la campaña que le llevó a la presidencia en 2014.
Hernández negó los cargos, alegó que su gobierno redujo el narcotráfico, defendió a su hermano al aducir que lo hundió “una mentira” y garantizó ser un socio antidroga “confiable” de EU. Una misión oficial hondureña de alto rango iniciará hoy una negociación política en Washington con la administración Biden.
Al aseverar que el comportamiento de la Casa Blanca ante hechos similares— dos presidentes latinoamericanos señalados de complicidad con el narcotráfico— es diferente, el politólogo venezolano Fidel Canelón, profesor de Teoría Política de la (estatal) Universidad Central de Venezuela, explicó que “estamos claros de que EU juega en la mejor onda del realismo político con sus intereses”.
“Eso ha sido históricamente así y no tiene que sorprendernos que esto pase de nuevo con Hernández. EU juega de manera tortuosa con esta situación que implica que un presidente, de alguna manera involucrado en narcotráfico, también le sirva a sus intereses”, dijo Canelón a este diario.
Canelón mencionó un pasaje de la historia hemisférica acerca de que el presidente de EU, Franklin Delano Roosevelt (1933—1945), alguna vez admitió que pudiera ser que el general Anastasio Somoza García, sostenido por Washington como dictador de Nicaragua de 1934 hasta su asesinato en 1956, “sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.
“Eso mismo aplica a Hernández”, describió Canelón
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